España es el tercer país de la Unión Europea desde el que resulta más caro enviar un paquete a otro país miembro. El dato proviene de un estudio elaborado por la Universidad de St. Louis por encargo de la Comisión Europea. Dicho estudio recoge que los costes de envío en nuestro país pueden llegar a ser hasta tres veces superiores al retorno del paquete a territorio español desde el mismo país al que se envía. Suecia es el país donde el envío resulta más caro.
El estudio bajo petición de la Comisión Europea tiene por objetivo introducir más transparencia en el mercado de los envíos y la logística. Así, enviar un paquete de dos kilos cuesta una media de 8,58 euros dentro de territorio español y ese mismo envío cuesta 32,74 euros con destino a otro país miembro como por ejemplo Holanda. No obstante, si el paquete se enviara desde Holanda con destino España, el importe sería 13 euros más barato.
Lucía Caudet, portavoz del ejecutivo comunitario para el mercado interior, ha señalado que el elevado coste de los envíos “no está relacionado con los costes reales incurridos por el operador para la entrega del paquete en el país de destino. El estudio muestra que no hay una influencia estadística entre los costes de empleo y esas diferencias de precio”.
En el caso de España, varios ejemplos recogidos en el estudio demuestran que la relación del precio no está asociada ni a la distancia ni al coste de la entrega en el país de destino. Así, enviar un paquete de 2 kilos a Portugal cuesta 32,74 euros desde España, mientras que desde Francia, el coste es de 16,50 euros. El precio medio de un envío de dos kilos desde España a otro Estado miembro es de unos 15 euros.
Según las conclusiones del estudio, lo que más encarece el coste de un envío es la llamada “última milla”, es decir, el último tramo del recorrido del paquete, pero esto no se traduce en el precio real.
La Comisión Europea ha señalado que estos resultados ponen de manifiesto el “fallo de mercado” que existe en la región en los servicios de paquetería y que, entre otras consecuencias, frenan la expansión del e-commerce transfronterizo al disuadir a los usuarios a la hora de vender o comprar productos en otro país.
“Si el envío fuera mejor y más asequible, el comercio online crecería a mayor velocidad”, recuerdan desde la Comisión.
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