La Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha reconocido que los aviones juegan un rol determinante en el cambio climático debido al uso de combustibles fósiles de los motores aeronáuticos, pero confiesa que la regulación definitiva para rebajar los niveles de contaminación aérea se encuentra todavía lejana en el tiempo.
El primer paso para esa regulación pasa por una propuesta para determinar en qué medida la quema de carburantes fósiles por parte de los aviones tiene efectos perjudiciales en la salud de las personas. A tal fin, la agencia realizará un estudio cuyas conclusiones no serán conocidas hasta 2016.
Para entonces, casi con toda seguridad la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), agencia dependiente de las Naciones Unidas, habrá finalizado y publicado la actualización de su reglamento sobre las emisiones contaminantes. Las directivas de la OACI servirán como modelo para la regulación estaodunidense.
Los grupos ecologistas han saludado positivamente las medidas anunciadas por la EPA, algo que venían reclamando desde 2007.
En palabras de Vera Pardee, abogada del Center for Biological Diversity, uno de los grupos que repetidamente han pedido a la Agencia de Protección Ambiental la regulación de las emisiones aéreas, “es un primer paso importante, aunque demasiado pequeño y demasiado tarde”.
La activista considera que la propuesta para determinar la peligrosidad de las emisiones fósiles aéreas es “indiscutiblemente correcta”, pero acusa a la EPA de hacer dejación de funciones al dejar en manos de un organismo internacional la regulación final.
Además, Pardee ha señalado que la OACI podría retrasar las medidas para una reducción significativa de emisiones hasta el año 2030.
Por su parte, el lobby que concentra a las principales aerolíneas estadounidenses ha mostrado su apoyo a la Agencia de Protección Ambiental, recalcando la importancia para los Estados Unidos de no actuar en solitario en el marco de un contexto global, además de ratificar el compromiso de compañías y fabricantes por configurar un nuevo modelo. La apuesta del sector por la bioturbosina parece un primer paso en esa dirección.
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