La bajante del río Paraná ha llegado a niveles alarmantes en zonas claves para la vida humana y acuática de algunas localidades de Argentina, como con una cuota de -30 centímetros.
La medida está por debajo de la marca de aguas bajas, y lo peor es que el pronóstico no es alentador. De acuerdo con el Instituto Nacional de Aguas (INA), el descenso podría tocar los -50 centímetros para el 17 de agosto próximo.
La marca de -30 se ha establecido frente al puerto de la capital de la provincia de Entre Ríos y es ya la peor situación hídrica detectada desde 1944.
El gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, dijo que “se han secado humedales y lagunas donde están los peces, principal eslabón de la cadena” ictícola, y que “es algo histórico, que cuando uno lo ve desde el aire es aún más preocupante”.
El Gobierno tomó medidas para provisionar agua a las ciudades afectadas y para el resguardo de la biodiversidad del río y para proteger las especies y la fauna ictícola.
La bajada del río se debe en gran parte a una sequía récord en Brasil, donde tiene su naciente el Paraná.