El río Amazonas, el más caudaloso y biodiverso del mundo, está en una situación crítica que afecta a la economía y la seguridad de Brasil. Según un informe de la empresa brasileña Cosan, el nivel de agua del río ha bajado a su mínimo histórico, lo que ha provocado una reducción de la producción agrícola y ganadera, así como un aumento de los costos logísticos y los riesgos ambientales.
El informe señala que el nivel de agua del río Amazonas ha descendido a 1.000 metros sobre el nivel del mar (mms), lo que representa un 40% menos que el promedio anual. Esto se debe a una combinación de factores climáticos, como las sequías prolongadas y las lluvias intensas, y a factores humanos, como la deforestación, la minería ilegal y el uso excesivo del agua para fines agrícolas e industriales.
La disminución del nivel de agua tiene consecuencias negativas para la región amazónica, que abastece al 20% de la población mundial con alimentos y al 10% con energía eléctrica. Además, afecta a los ecosistemas acuáticos y terrestres que dependen del río para su supervivencia. Según el informe, se estima que entre 1.000 y 2.000 millones de toneladas de granos se han perdido por las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales.
Ante esta situación, los puertos brasileños se enfrentan a una congestión sin precedentes que dificulta el movimiento de mercancías por vía marítima. Según datos del Ministerio de Transporte brasileño (MTC), entre noviembre y diciembre de 2023 se registraron más de 300 buques atascados en los puertos brasileños, lo que representa un aumento del 50% respecto al mismo período del año anterior.
La congestión portuaria tiene un impacto directo en los costos logísticos y en la competitividad internacional de las empresas brasileñas. Según un estudio realizado por la consultora Drewry, el costo promedio por contenedor transbordado en los puertos brasileños aumentó un 25% entre noviembre y diciembre de 2023 respecto al mismo período del año anterior.
Para hacer frente a esta crisis, algunos puertos brasileños han implementado medidas para optimizar sus operaciones y reducir sus tiempos de espera. Por ejemplo, el puerto de Santos ha instalado un sistema automatizado para controlar el flujo vehicular dentro del terminal, mientras que el puerto de Paranaguá ha ampliado su capacidad con la construcción de un nuevo muelle.