En los próximos 10 años se profundizará la participación de la tecnología en diferentes sectores de la actividad humana, y el mundo marítimo no escapará de ello. Todo lo contrario, se esperan buenas cosas.
La lista de deseos que se podrían cumplir en esta década de 2020 está la autonomía marítima, la digitalización, la ciberseguridad y las futuras comunicaciones de envío.
En todos estos segmentos ya hay avances. China trabaja duro por conseguir primero un buque totalmente autónomo y eléctrico, varios puertos aplican la red 5G, navieras y terminales se unen a plataformas blockchain casi a diario.
El reto es para los armadores, que se enfrentarán a grandes cambios en la tecnología utilizada para optimizar las operaciones, proteger los activos de las amenazas cibernéticas, implementar aplicaciones autónomas de buques y proporcionar acceso a Internet a la velocidad de la luz, en los buques.
Los avances en la construcción naval, propulsión, envío inteligente, materiales avanzados, big data y análisis, robótica, sensores y comunicaciones en conjunto con una fuerza laboral cada vez más capacitada están experimentando cambios trascendentales en la forma en que la industria marítima aborda nuevos desafíos y oportunidades.
